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Saladillo vive la fiesta de la galleta de piso

En la Plaza principal de la ciudad, durante el 6 y 7, haciendo honor al premio de oro recibido en Italia, 13 panaderías ofrecerán más de 13 mil galletas de piso, para honrar la memoria de aquellos inmigrantes que mandaron su elaboración en un barco a Italia para concursar.

Dicen que los panificados más exquisitos los tiene Saladillo. Es por eso que ya están preparando todos los ingredientes para cocinar más de 13.000 galletas de piso, que se venderán durante el fin de semana.
La tradición, la cultura, las raíces italianas, se vuelven a unir para vivir la 4ta. Fiesta de la Galleta de Piso que reúne a panaderos, emprendedores, artesanos e industrias locales para celebrar la historia de este tradicional pan, que se cocina en la ciudad desde hace más de 100 años. El primer evento fue en 2019 al cumplir un siglo de su presentación en sociedad.
En la Fiesta el Municipio les otorga galletas de piso a 23 instituciones que estarán participando y cada una presenta un menú acompañado por la galleta, como bondiola braseada, bondiola al disco, lechón desmenuzado, pollo al verdeo, alguna buschetta y demás.
A esto se sumán los foodtrucks, 120 emprendedores con múltiples propuestas, bandas locales, talleres de danzas y artistas que desplegarán oferta cultural ante los visitantes.

Saladillo tiene el primer premio mundial medalla de oro

Redonda, con un diámetro que puede llegar a los 20 cm de acuerdo al cocinero, la Galleta de Piso es el último pan que se tira en el horno. Se creó hace más de un siglo cuando la familia Onis, cuya panadería La Estrella -fundada en 1912-, envió en 1918 una lata de galletas por barco hasta Milán Italia, para participar de una competencia donde obtuvo el Primer Premio Mundial Medalla de Oro.
Desde entonces la receta de la Galleta se fue difundiendo por el pueblo hasta transformarse hoy en uno de los íconos saladillenses, que homenajea a aquella medalla que aún se puede ver en la ciudad.
Esta galleta es el último pan que se hace en el horno en la panadería, y se cocina en el piso del horno de barro, de allí su nombre. La galleta de piso tiene un sentido especial en la mesa familiar”, detalló Pepe Onís, uno de los nietos del fundador de la panadería que funcionó hasta el año 2000.
“Los Onís somos los descendientes directos de quienes fundaron la panadería La Estrella, creada por nuestro abuelo Don Segundo, con su hermano Enrique cuando llegaron de España. La panadería era lugar de encuentro de mucha gente de campo, que recibía su correspondencia a modo de estafeta postal y hacían su compra para la semana: se llevaba una bolsa grande de galleta de piso (que duraba en buenas condiciones toda la semana) y 2 o 3 kg de pan para consumo de los 2 primeros días. Luego de un año de fabricar pan en Saladillo, no sabemos bien a ciencia cierta por qué, deciden participar de este concurso en Italia, con una galleta de piso. Era como una feria de artesanos o emprendedores. La envían en una gran lata hasta Buenos Aires, para tomar un buque que cruce el Atlántico y llegar a Milán. Estimamos que no menos de 30 días tardó toda esa vuelta y fue por las características de conservación organolépticas y otras cuestiones que tomaron en cuenta y les dieron este premio que consta, de una medalla de oro y un diploma, escrito en italiano, el cual está en un marco muy bonito de esa época que se ha restaurado hace algunos años. Hoy luce en el despacho del intendente de nuestra Municipalidad. Es un Premio al mérito de la calidad de la fabricación y a la receta de la galleta de piso. La panadería continuó trabajando hasta los 90.

Aún se conserva parte de aquel edificio, sobre todo el lugar de venta y de depósito. Con la historia familiar quedamos los nietos de don Segundo Onís, que somos Enrique Segundo Onís quien vive en Roma y es hijo de Enrique Onís y María Elena Marta Onís y José María Pedro Onís hijos de José María Onís”.
Con el fin de preservar la tradición muchas panaderías de la ciudad siguieron fabricando la famosa “Galleta de Piso”, incluso en los tradicionales Hornos a Leña.

La celebración tiene como objetivo "evidenciar la identidad de la ciudad de Saladillo" y, de hecho, también tiene su propio monumento, “Tricutum”, una escultura de arte cinético ubicada en la Ruta 205 y Frocham, hoy símbolo de la ciudad, la cual representa un trigal maduro. La obra fue diseñada y elaborada por las artistas plásticas Maia de Lusarreta y Laura Martín.



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