

La visita a la Isla do Combu formó parte del programa oficial del II Encuentro Brasileño de Periodistas y Comunicadores de Turismo, organizado por FEBTUR en Belém. Fue una inmersión vivencial y sensorial que permitió a los comunicadores de distintos países —entre ellos Uruguay, Argentina y España— conocer de cerca uno de los modelos más consistentes de turismo biocultural en la Amazonía. Desde el tránsito en lancha por los igarapés hasta la degustación de chocolate artesanal y las charlas con los productores locales, la isla se convirtió en aula viva, donde tradición, sostenibilidad y comunicación dialogaron bajo la sombra de la samaúma.
Frente a Belém, en el estado de Pará, se extiende la Isla do Combu, un santuario de biodiversidad y cultura viva donde las lanchas escolares navegan entre raíces, el cacao madura bajo sombra, y un árbol gigante —la samaúma— observa, desde lo alto, el lento paso del tiempo.
Samaúma: la madre de los árboles
En el corazón de la isla vive un árbol que parece salido de un mito. La Ceiba pentandra, conocida localmente como samaúma, puede superar los 40 metros de altura. Sus raíces tabulares, anchas como murallas, emergen de la tierra formando un sistema hidráulico natural. A su alrededor, la selva florece, las aves anidan, los niños juegan… y la comunidad respira.
Este ejemplar en Combu, posiblemente de más de 400 años, no es solo un árbol: es memoria viva. En muchas culturas amazónicas se lo considera un árbol sagrado, una especie de eje entre el mundo terrenal y el espiritual. Aquí, su presencia lo abarca todo. Es el refugio de los silencios y el guardián de los ciclos.
El cacao que brota bajo su sombra
Debajo de su copa crecen los cacaueiros, árboles más jóvenes pero no menos vitales. En este rincón de la Amazonía, el cacao se cultiva en armonía con el bosque: sin talas, sin monocultivos, sin venenos. Cada mazorca se cosecha a mano, se fermenta al calor natural, se seca al sol y se transforma en chocolate con técnicas ancestrales.
Quien lidera este proceso es Dona Nena, conocida como la Filha do Combu, una referente del turismo biocultural de la región. Su proyecto comenzó como un pequeño emprendimiento familiar y hoy se ha convertido en una marca con identidad propia. Su Casa do Chocolate es un faro para quienes buscan entender cómo el sabor puede ser una forma de resistencia y de amor al territorio.
“Conozca las delicias hechas con cacao orgánico de Dona Nena”, reza el cartel de bienvenida que recibe a los visitantes en su fábrica artesanal, junto al sendero de madera rodeado de verde.
Un chocolate con historia
La experiencia en Combu es sensorial: se escucha el canto de los tucanes, se siente el aroma a tierra mojada, se toca la textura áspera del cacao recién abierto. En la Casa do Chocolate, los visitantes aprenden el proceso completo —de la vaina a la barra— y degustan brigadeiros, polvo de cacao y chocolate 100 % puro.
Además, pueden probar estos productos en un entorno privilegiado: rodeados de naturaleza, sentados en mesas de madera, con vista a los canales del río. El chocolate de Dona Nena ha conquistado a chefs brasileños como Thiago Castanho y Alex Atala, y se ha convertido en un emblema de cómo la gastronomía puede dialogar con la selva sin destruirla.
Comer con sentido: la Saldosa Maloca
Y si de sabores amazónicos se trata, la travesía no está completa sin una parada en el Eco Restaurante Saldosa Maloca. Aquí, la gastronomía y los saberes tradicionales se funden en platos que cuentan historias: peces de río, frutas silvestres, especias locales, açaí batido como solo en Pará saben hacerlo.
El menú no se lee; se explora. Cada plato habla de estacionalidad, de diversidad, de respeto. Es una cocina que no domestica la selva, sino que la interpreta con cariño. Comer en Saldosa Maloca es un acto cultural y, al mismo tiempo, una forma de activar una economía local justa.
Río adentro: la vida cotidiana en Combu
El agua lo une todo. Las lanchas escolares parten al amanecer, cargadas de niños rumbo a Belém. Más tarde, otras embarcaciones llevan cestas de cacao, açaí o pescado. El río no es un límite, es un camino. Y quienes viven en Combu lo saben: el tránsito fluvial es su arteria vital, su red invisible de conexión con el mundo.
El turismo, cuando es respetuoso, también se suma a esa red. Vida Caboca Turismo ha desarrollado una serie de recorridos bioculturales por la isla, donde los visitantes no solo observan, sino que participan. Aprenden, dialogan, degustan y, sobre todo, se van con preguntas nuevas.
Isla do Combu: una lección de futuro
La Isla do Combu es pequeña si se la mide en kilómetros cuadrados, pero inmensa en sabiduría. Aquí, en una franja de tierra frente a una gran ciudad, se gestiona un modelo de desarrollo sostenible basado en la selva, en los saberes locales y en el orgullo de pertenecer.
No hay eslóganes ni promesas vacías. Lo que hay es una samaúma que crece. Un chocolate que cuenta historias. Un plato que honra sus raíces. Y un pueblo que, en silencio, enseña cómo se puede habitar el planeta con más respeto.
Ficha para el viajero consciente
📍 Ubicación: Isla do Combu, frente a Belém, estado de Pará, Brasil
🚤 Acceso: 15 minutos en lancha desde el Puerto de Belém
🍫 Qué hacer:
– Visitar la Casa do Chocolate de Dona Nena
– Almorzar en el Eco Restaurante Saldosa Maloca
– Caminar por senderos de selva hasta la samaúma
– Participar en rutas bioculturales guiadas por Vida Caboca Turismo
📷 Recomendación: Cámara lista. Lo que se vive aquí no se olvida fácilmente.