

En la sede del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI), el Círculo de Periodistas de Turismo del Uruguay (CIPETUR) celebró una nueva edición de su ya tradicional Desayuno de Turismo, esta vez con el enoturismo como eje central. El encuentro reunió a referentes del sector público, privado, académico y de la prensa especializada, en una instancia de análisis profundo sobre la evolución, desafíos y oportunidades de esta actividad que ha ganado un lugar destacado en la agenda turística del país.
La apertura estuvo a cargo del presidente de CIPETUR, quien recordó los 31 años de trabajo de la institución, siempre con un enfoque federal, sin banderías políticas y con la vocación de dar visibilidad a las buenas prácticas que dinamizan el turismo uruguayo. “Hoy convocamos a una de las fuentes de riqueza que más ha crecido: la vitivinicultura, que en poco más de tres décadas ha logrado una proyección internacional destacada”, señaló, subrayando también el carácter ad honorem del trabajo de la gremial y el apoyo sostenido del Ministerio de Turismo a estas iniciativas.
Enoturismo: una industria en expansión
El eje temático de la jornada fue abordado por Paula Vila, jefa del área de enoturismo del INAVI, quien destacó el crecimiento sostenido del sector, tanto en visitantes como en impacto económico. Según datos recientes del Instituto, el enoturismo generó 17 millones de dólares en 2023, frente a los 11 millones de 2022, con un perfil de turistas cada vez más internacional, donde el visitante brasileño ocupa el primer lugar. Este crecimiento, sin embargo, también plantea nuevos desafíos.
“Las bodegas han comenzado a profesionalizarse, ofreciendo no solo visitas guiadas y degustaciones, sino también propuestas gastronómicas, hospedaje y experiencias inmersivas. Pero eso requiere formación, inversión y una mirada estratégica que contemple desde idiomas hasta economía circular”, explicó Vila. En ese marco, INAVI se posiciona como un articulador clave, promoviendo la mejora de servicios y el fortalecimiento de las empresas familiares que hoy encuentran en el turismo una vía de subsistencia y expansión.
Un sector con historia, cifras y desafíos
La vitivinicultura en Uruguay tiene raíces profundas, remontándose al siglo XIX con la llegada de inmigrantes mediterráneos que introdujeron el cultivo de la vid. Hoy, la industria es reconocida por la calidad de sus vinos finos y por una producción que en 2024 superó los 66 millones de litros. El vino tinto sigue siendo el más elaborado, y Canelones lidera la producción nacional, seguido por Montevideo y Maldonado.
A pesar del crecimiento, el sector enfrenta tensiones: sobrestock, caída de demanda en mercados clave como Brasil, China y EE. UU., y altos costos internos. Para contrarrestar esta coyuntura, el país avanza en la reconversión hacia vinos de mayor calidad y nicho, y en una estrategia de desarrollo integral que incluye sostenibilidad, innovación y diversificación comercial.
En este sentido, se destacó el Programa de Viticultura Sostenible de INAVI, que ya certifica a más de 200 viñedos y 28 bodegas, abarcando un 35% de la superficie vitícola nacional. Este programa exige prácticas responsables en lo ambiental, social y económico, auditadas por LSQA y alineadas con los estándares de la OIV.
Un desayuno con presencia clave
El encuentro reunió a figuras institucionales de relevancia. Estuvieron presentes los directores de Turismo de Canelones, Horacio Yanes; de Florida, Carmen De Passarella; y de Montevideo, Karina Fortete, quienes coincidieron en la necesidad de integrar políticas públicas que fortalezcan el enoturismo desde una mirada regional. También participó el diputado Matías Duque, integrante de la Comisión de Turismo del Parlamento, quien remarcó la importancia de generar marcos legislativos que favorezcan la inversión, la capacitación y la competitividad del sector.
La Asociación Turística de Canelones también dijo presente, con Carlos Tabó, Soraya Cedrés y Daniel López como representantes. Desde el turismo rural, la hospitalidad y la gestión territorial, aportaron una visión concreta sobre la articulación entre comunidad y experiencia enogastronómica. Su participación reafirmó el compromiso del departamento con la promoción del vino como identidad cultural y motor de desarrollo local.
Reconocimiento, innovación y proyección
El presidente de INAVI, Diego Espinoglio, cerró la jornada con una exposición en la que reafirmó la necesidad de una reconversión integral de la vitivinicultura uruguaya, que no se limite a las variedades de uva, sino que abarque lo comercial, lo productivo y lo industrial. “Hay bodegas que quedaron fuera del circuito tradicional. Nuestro deber es ofrecerles herramientas para que encuentren en el turismo una vía de sostenibilidad”, expresó.
Espinoglio destacó la buena calidad de la cosecha reciente —con cerca de 80 millones de kilos de uva— y las medidas adoptadas para mitigar el exceso de stock mediante exportaciones a granel. Al mismo tiempo, insistió en que el futuro del vino uruguayo está en el valor agregado y la diferenciación, no en competir por volumen con gigantes internacionales.
En paralelo, Uruguay fue reconocido en 2024 por declarar la actividad vitivinícola como patrimonio vivo del país, y se integró al Grupo Mundial del Comercio del Vino. También se celebró el primer Global Summit of Responsible Wine Tourism en Punta del Este, reforzando la proyección internacional del enoturismo como un activo estratégico.